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Cobrar con retraso es una práctica que debe evitarse en la medida de lo posible. La morosidad genera pérdidas, aumenta el riesgo de impago y puede tener graves consecuencias para la salud financiera de la empresa. Una buena gestión de la cartera de clientes, el uso de seguros de crédito y una política de crédito adecuada son herramientas esenciales para prevenir la morosidad y proteger los intereses de la empresa.

Pérdidas financieras

Cobrar con retraso genera pérdidas directas e indirectas. Las directas son la diferencia entre el precio acordado y el cobrado finalmente. Las indirectas incluyen el coste de financiación del retraso, la incertidumbre del cobro, los costes de personal para el recobro y el seguimiento, y las posibles pérdidas por impago.

Morosidad en aumento

En España, más de la mitad de las empresas sufren retrasos en los pagos. Esta morosidad se debe a diversos factores, como la presión de los clientes para pagar más tarde, las deficiencias en la negociación comercial y la coyuntura macroeconómica.

Una buena gestión de la cartera de clientes

es clave contra la morosidad

La importancia de una buena gestión

Es fundamental gestionar correctamente la cartera de clientes para minimizar la morosidad. Esto incluye desde la formalización de la venta hasta la gestión de los vencimientos de las facturas. Los seguros de crédito y una política de crédito adecuada también pueden ayudar a reducir el riesgo de impagos.

Consecuencias del impago

La morosidad puede acabar en impago, lo que genera aún más pérdidas para la empresa. Incluso un pequeño porcentaje de impagos puede tener un impacto significativo en la rentabilidad.


Fernando Sanz

Autor & Consultor - SOLVENTIA CYC

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