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UNO. Los sentimientos de confianza
Las relaciones personales con los morosos, si son estrechas, siempre hacen más complicada la solución: el cobro de la deuda. Si decidimos perseguir los impagos, se termina con la amistad; y si le dejamos cuerda, perjudicamos a la propia empresa. Al final, si recurrimos al refranero, diremos aquello de que la confianza da asco.
DOS. Times goes by so slowly
Si recurriéramos a la reina del pop, Madonna, podríamos pensar en que “el tiempo pasa despacio”. Y no es cierto cuando aparece un impagado. Y, además, pesa como una losa en las finanzas de nuestra empresa. El moroso tiene un problema si tarda en pagar, sí, se va cargando con una bola por los intereses de demora, etcétera. Pero el problema es mucho mayor para el proveedor, que ve alejarse la solución al problema día a día. La ecuación es la siguiente: cuanto más tiempo pase, menor probabilidad de cobro. Si pasan tres meses, las posibilidades de recibir el dinero bajan del 50%. Si transcurre un año, son prácticamente nulas. Deuda vieja, deuda muerta.
TRES. La desorganización en nuestra empresa
La desorganización cuesta dinero. Mucho. Y es una de las causas del propio fracaso empresarial. Hay morosos muy bien preparados que sólo atienden a quienes reclaman bien sus deudas. No hacerlo nos da muchas papeletas para ser víctimas del impago.
CUATRO. Esperar a que el mal esté hecho
Hay procedimientos que ayudan a evitar los impagos ¿por qué no ponerlos en marcha? Un sistema automatizado de aviso de cobro antes del vencimiento es una buena solución para advertir a esos “olvidadizos” morosos. También una carta reclamatoria, mejor si viene avalada por nuestra compañía aseguradora. Seguro que con un porcentaje de destinatarios funciona y así, con estos, evitamos el problema de tener que actuar, es decir, de reclamar la deuda, cuando efectivamente se ha producido el impago.
CINCO. Personal sin formación en recobro
No tener el personal adecuado pasa factura. ¿Pondríamos a manejar una máquina o equipo en nuestra empresa a alguien sin formación ni experiencia? Es obvio que no. Pues con la gestión de cobros pasa lo mismo. Para recuperar los impagos debemos colocar a los profesionales adecuados y que estos se dediquen el tiempo necesario a esa tarea. Y reconocerles su trabajo, a menudo ingrato. Suele ser común que quienes se encargan de ello tengan encomendadas muchas otras tareas, y eso es un fallo organizativo importante. El recobro es la última gestión que muchos eligen y casi nadie es consciente de lo rentable que puede ser.
Prevenir mejor que lamentar: procedimientos organizados
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Fernando Sanz
Autor & Consultor - SOLVENTIA CYC
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